Entender las demandas de los entornos diferenciables significativos, priorizar el uso de los recursos para responder a ellas con políticas apropiadas, asegurar el funcionamiento de una administración capaz de ejecutar las políticas adoptadas y prestar los servicios correspondientes, mantener la legitimación y las coaliciones institucionales necesarias para todo ello: todo esto puede considerar la consecuencia de un arte de GOBERNAR. Este arte se puede ejercer en una combinación de cuatro modos: el mando, la negociación, la animación y el desarrollo conjunto. El ejercicio de gobernar no debe confundirse con la dirección de la producción de los servicios, a riesgo de no llevar a cabo bien ninguno de los dos ejercicios. Incluso en organizaciones no muy pequeñas, se hace conveniente que personas distintas sean responsables de cada uno de los ejercicios.
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